Los límites de la representación
Por Óscar Díaz
Publicado en nº 3 (Primavera 2017)


En ocasiones, me levanto y celebro muchas cosas,
sobre todo mi paso que me hermana
y es idóneo acaso
como el viento en la testa del jinete.
Los que recorren incesantes el posible
espesor del dibujo,
los sucesivos látigos que zurran
con su mar las embarcaciones,
el adherido rasgo de la forma
imborrable a pesar de las plegarias,
embrutecen lecciones de deseo,
embrutecen materia de deseo,
embrutecen el ínsito paisaje.
Ellos se hallan en sus diversos trajes,
que permiten leer un largo rato
la burla quijotesca que se infunden.
Así que lo primero es duro a veces,
lo segundo, fijar la voz y dársela
al resto con perfume fino,
que represente el orbe de la sala
como un inmenso mapamundi,
como el globo que asciende y todo observa.