Cristalizaciones. Tres poemas
Por Basilio Sánchez
Publicado en nº 3 (Primavera 2017)


LA NOCHE DESMANTELA LAS OBRAS DE LOS HOMBRES

La luna está debajo de su cáscara,
la noche es tan perfecta que hasta Dios se incomoda.

Aunque lo que llamamos infinito
nos parezca más grande,
las distancias más largas, nuestros pasos
aún más imperceptibles, el horizonte gira
a nuestro alrededor como el anillo
de una recién casada.

En noches como esta, a los requerimientos de la vida,
cualquiera de nosotros podría cruzar la calle
y abandonarlo todo.

En noches como esta,
en el silencio inmenso de uno mismo,
cualquiera de nosotros podría escuchar de pronto
al mendigo de Hölderlin
buscando a quien le cambie
un pensamiento inútil por un sueño.


COORDENADAS

Los poemas se escriben
para que caminemos entre ellos.
El lenguaje es un bosque.
Entre la oscuridad y las palabras
hay un pacto secreto como el que se establece
entre el aire y las hojas.

El poeta se detiene en los signos,
elige del lenguaje
los que tienen que ver con su manera
de acercarse a las cosas, de interpretar el mundo,
de dirigirse a aquello que lo nombra.
Cada poema asume una reconstrucción,
cada una de sus palabras
un intento más o menos consciente
de devolverle a algo su sentido.

No nos basta solo con su presencia:
las cosas necesitan ser salvadas,
verse restituidas en su pérdida antes de que suceda.

En lo oscuro del bosque, en su espesor,
fermentan las palabras
en todos los idiomas que nos han precedido.
Entre las conjeturas,
buscando hacerse un hueco en esa oscuridad,
el poema posible se abre paso,
nos da las coordenadas de un espacio
que inevitablemente tendremos que habitar,
solos o en compañía, para siempre.


FRACTURAS

Donde se desmoronan las ciudades,
junto a los sumideros,
los muchachos se entretienen jugando
con las llantas metálicas
que afloran en el agua como los promontorios
de un mar sin pretensiones.

En las salas comunitarias de los asilos,
las vísperas de fiesta los ancianos
siguen con movimientos de cabeza
el ritmo de la música
con la que se acostumbran a la muerte.

Acechante, sentado ante mí mismo
como un gato silvestre ante la puerta
cerrada de una casa,
en el jardín tranquilo que rodea al hospital
nadie me reconoce
mezclado con los locos.
 

De Cristalizaciones (Madrid, Hiperión, 2013)