De Homero a Javier Krahe. Pervivencia y reutilización de los mitos en la cultura popular
Por Jorge Carrillo Santos
Publicado en nº 2 (Primavera 2016)

Then you'd better start swimming or you'll sink like a stone
For the times, they are a changing.

Bob Dylan

Son por todos conocidos los casos de poemas que se han convertido en canción gracias a las habilidades para la adaptación de algún músico, composiciones instrumentales que surgen de la intención de poner banda sonora a una obra literaria y motivos literarios que sirven para dar entrada o para cerrar una canción. Pero hablando de Javier Krahe podemos encontrar un sector muy amplio de su producción musical que toma textos literarios reformulándolos en lugar de musicalizarlos directamente. 
 
Si bien se declara seguidor de la poesía del Siglo de Oro español (obviando la importancia de la cultura grecolatina en la producción literaria de este periodo), en sus canciones no faltan influencias de otros periodos: desde obras de tradición clásica hasta la época contemporánea. Lo verdaderamente importante no es el uso de fuentes literarias para la construcción de sus canciones, sino que, más allá del motivo que más le convenga, basa su producción en transgredir esa barrera cronológica que articula nuestro modelo de estudio literario para conseguir actualizar los textos, lograr que pervivan dándoles un nuevo lenguaje. El tema principal y la métrica escogida se conjugan para participar de esa intención de revivir a los textos y de lograr que éstos pervivan a pesar del paso del tiempo.
 
Forma y fondo, siguiendo el irónico juego propuesto por Javier Krahe, se aúnan para lograr la pervivencia de una tradición muy actualizada (Martínez Cantón, 2013). Podemos verlo en su canción "Asco de siglo", del disco Cábalas y cicatrices (2002), en la que Krahe retoma un modelo de composición como es la elegía para ironizar (muy en su línea) sobre la pérdida de alguien apreciado: en este caso, el siglo XX. Alterna los elogios a los avances científicos y grandes personalidades al mismo tiempo que comienza su canción cargando contra ese siglo que, según parece, no le gusta nada. Tratándose de una elegía y contando con el genio creativo de Javier Krahe, ¿qué mejor modelo sobre el que construir su texto que una de las obras principales de la literatura española como son las Coplas a la muerte de su padre, de Manrique? La genialidad reside en que, como nos indica Martínez Cantón (2013), la escritura sigue el esquema propio de la llamada copla manriqueña en las estrofas primera, central y final, de modo que el contenido de la letra, el mensaje de Javier Krahe, no queda huérfano de un molde que no sólo lo sustenta, sino que potencia su efecto sobre el lector que es capaz de descifrar las claves que este cantautor imprime en su trabajo.
 
Nuestra intención en el presente trabajo es mostrar cómo Jaiver Krahe, en su canción "Como Ulises", también del disco Cábalas y cicatrices, continuando con su tendencia a servirse de textos que ya pertenecen a la tradición, hará algo similar a lo que ya hemos adelantado: empleará las aventuras del celebérrimo héroe de la obra homérica la Odisea para escribir la que ya no será más la historia de Ulises, sino la suya propia. El motivo fundamental de la canción lo encontraremos desde la primera estrofa, que es el viaje del cantautor:

No sé cual es más bella,
si
la mar, la vela o la estrella,
y
las tengo al navegar,
las tengo al navegar,
las tengo al navegar,
la estrella, la vela y la mar.

No en vano son estos versos los que encabezan y cierran la canción. La historia que Javier Krahe va a contar no seguirá el esquema cronológico que Homero dispone para su célebre poema épico, sino una progresión opuesta, especular con respecto a la obra original, lo que no deja de responder de manera estratégica a la intención de Krahe. Veamos paso a paso cuáles son estas alteraciones para intentar comprender, posteriormente, por qué se dan.
 
En la Odisea es Ulises quien, al llegar a la isla de los feacios, relata su propia historia para quienes se muestran dispuestos a escucharle. Sin embargo, este in medias res varía en la canción de Krahe. Él no menciona la llegada a tierras feacias al comienzo de la canción (como debería hacer si siguiera de manera fidedigna los pasos de Homero), sino que la pospone para el final de la canción (antes de la llegada a Ítaca, por supuesto). El in medias res que utiliza Krahe empezará justo al final de la canción, antes de la estrofa final que la abre y la cierra. La pregunta que podemos hacernos es: ¿por qué?
 
Según la canción, el primer episodio al que nuestro héroe se enfrenta tras las aventuras de la guerra de Troya es el que se refiere a Calipso. Después, el descenso a los infiernos, la aventura de las sirenas, la isla de Circe, el cautiverio a manos de Polifemo y, finalmente, la llegada a la tierra de los feacios. Si reparamos, en cambio, en el orden dispuesto por Homero, advertiremos una diferencia que debe, cuanto menos, llamarnos la atención. Es de boca del propio Ulises, una vez cumplida su llegada al palacio del rey feacio, de la que surge el relato de su historia. La cual comienza, precisamente, con el episodio del tan conocido cíclope. Tras lo acaecido en su isla, la primera visita a la isla de Circe. Seguidamente, el descenso a los infiernos. Después, el retorno a la isla de Circe para que le ayude a superar las dificultades vaticinadas por Tiresias, el inevitable episodio con las sirenas, y, finalmente, la llegada y posterior partida de la isla de Calipso; episodio tras el que se produce el terrible naufragio al que sólo sobrevive Ulises y por el que llega a la isla donde comienza su increíble relato.
 
La alteración cronológica, como ya se ha señalado, no puede menos que llamarnos la atención. Algo que, como cabe esperar, no se debe a un suceso casual. No se trata de una alteración arbitraria y desestructurada de acontecimientos, sino de una disposición perfectamente opuesta a la que tiene el poema original, un reflejo narrativo especular de manera que, si bien ambos relatos culminan con la llegada a la isla de los feacios y, posteriormente, a Ítaca, todo lo anterior se construye con un avance cronológico opuesto en cuanto a la forma, como dos relojes que giran al mismo ritmo pero en sentido contrario para acabar, de nuevo, señalando a las doce en punto.
 
El final, a su vez, no deja de ser sorprendente para quien espera un desenlace que se ajuste a la expectativas que un conocimiento de la Odisea puede generar. La llegada a Ítaca no culmina con un final feliz de reencuentro y recuperación de la vida que llevaba antes de partir hacia la guerra de Troya, sino con un desagradable desenlace para él: Penélope no le ha esperado. Ha rehecho su vida y ahora él debe quedarse solo y continuar su aventura.
 
¿Por qué sucede esto? La respuesta es sencilla: porque Javier Krahe no está cantando las aventuras de Ulises, sino las suyas propias. Él no es Ulises; si reparamos en ello, de hecho, ni siquiera dice que se llame Ulises. En el primer verso de la segunda estrofa se nos indica: "Yo, como Ulises, he sido", pero en ningún momento algo como "Yo, Ulises, he sido". Así, las historias que escuchará de los feacios no serán las suyas sino las de aquel otro célebre Ulises, aquellas que ahora son los feacios quienes las cantan, no el propio protagonista de éstas (como sí ocurría en el poema homérico). De ahí que el propio Krahe se revele como nuevo receptor del relato con una falsa anagnórisis: "y me contaron mi historia / sin saber que yo era yo / y en un momento de euforia / mi gloria me descubrió".
 
Este nuevo Ulises, cuya historia ni siquiera le pertenece, no ha de viajar para encontrar una Ítaca, sino por el hecho y la necesidad de seguir viajando como cantautor. Podrá tomar los hechos narrados en la obra homérica, así como el nombre de sus personajes y patrones de comportamiento, pero la Odisea ya está escrita y lo único que puede hacer Krahe al respecto es servirse de ella, revivirla y, por supuesto, reformularla. Así, ni él es el Ulises por todos conocido, ni su mujer Penélope es la Penélope que espera el regreso de su marido, porque ella sí se ha casado y ha engendrado otro hijo. Ya no es Telémaco su único descendiente, y ya no es su marido quien porta la voz narradora en este relato. Por ello el in medias res de Krahe no coincide con el homérico (recordemos, en tierras feacias), sino en el final de la canción. Krahe abandona una perspectiva de relatar lo ya acontecido para fijarse en lo que le tocará afrontar justo cuando dice:

Ahora soy un ex marido
un ex padre, y he sabido
que guardó un tiempo mi ausencia
bordando que era un primor,
que se agotó su paciencia,
que rompió su bastidor.

El corte establecido por Krahe no da lugar a dudas: lo anterior, lo relatado en forma de pasado, coincidía con lo que todo conocedor de la Odisea podría esperar. Es este giro que desautomatiza el relato y genera extrañeza el que comenzará con una perspectiva de presente que augura un futuro muy distinto al del Ulises original. Aquí está la importancia de la reubicación del in medias res, porque ya no nos interesa saber si Ulises volverá a Ítaca o no, sino que la historia ha cambiado (como también ha cambiado su protagonista) y lo que espera ahora a Javier Krahe es continuar con su vida de compositor de canciones:

Y ahora, perdido mi rumbo,
ahora voy adonde sea,
un tumbo doy y otro tumbo
y prosigo mi odisea
en otras tristes canciones.
Sólo Hermes y Atenea
comparten mis libaciones.

A diferencia del Ulises original, él seguirá vagando y escribiendo sus canciones, porque él no tendrá el regreso al hogar del que goza el héroe homérico; deberá seguir viajando de flor en flor y, como bien dice (y ha señalado durante toda la canción), libar y libar teniendo por compañeras, por supuesto, a la estrella, la vela y la mar.
 
Encontramos aquí la importancia de los seis versos que abren y cierran la canción. La Odisea, evidentemente, recoge la historia de un gran viaje plagado de aventuras, pero este periplo tiene que terminar en Ítaca, ya que es ésta el punto de partida del héroe. El motivo que podemos destacar es, entonces, la importancia del regreso al hogar. El giro al que asistimos en la canción sobre el final del relato popularmente conocido nos hace ver que, al igual que la disposición del relato y el destino de los personajes, los tiempos han cambiado. Su vida ha de ser, necesariamente, el viaje. Y no tiene por qué suponer una perspectiva mejor ni peor que el regreso a casa, porque el mismo viaje y el desempeño de las labores de cantautor pueden ser un hogar en sí mismos.
 
Además de esto, merece especial atención el hecho de que se tomen motivos recogidos no únicamente en la Odisea de Homero, sino también en su Iliada y la Eneida de Virgilio como son las hazañas de la guerra de Troya, sus combatientes, y la historia del ya icónico caballo de madera que, sin embargo, aparece en la Eneida y no en ninguna de las anteriores. Las tres se complementan formando así una obra total, de manera que es muy difícil desvincular de las otras dos las ideas que podamos ubicar en una de ellas. Así, Javier Krahe no podía comenzar su canción tomando las aventuras de Ulises obviando todo lo que precedió a su tan conocido periplo.
 
Podemos por ello encontrar una justificación muy clara a las alteraciones de Javier Krahe hace al relato homérico, tanto de progresión como de desenlace: toma la tradición y la adapta para, empleando sus recursos, actualizarla y permitir que siga viva. Al fin y al cabo, la importancia de la tradición reside, precisamente, en la posibilidad de recurrir a ella y contribuir a su reescritura, así como ella contribuye a la reformulación y a las nuevas creaciones (Auerbach, 1942). Así, Krahe usará la obra de Homero para contar su propia historia: que esté llena de hechos ficticios o no es un aspecto que queda al margen en este momento. Lo que de verdad nos interesa es que utiliza elementos clásicos para dar forma a un mensaje que ha cambiado: ya no se trata de la vuelta al hogar, sino de un viaje personal. Y la base de esta reformulación reside en tres aspectos fundamentales: el primero, la voz y la letra del propio cantautor al dejar claro, ya desde los inicios, que él no es Ulises, sino "como Ulises". Y los dos siguientes referentes a la forma: por un lado, la alteración cronológica de las aventuras que deja claro que no puede tratarse de la misma aventura, aunque sí pueda resultar similar. Y, por el otro, la reubicación del in medias res: la nueva información, la desconocida para el público, ya no será si consigue llegar a Ítaca o no, sino qué ocurre cuando llega y la intriga de qué sucederá cuando se tenga que volver a marchar.

 
BIBLIOGRAFÍA
 
Auerbach, E. (1996). Mímesis. La representación de la realidad en la literatura occidental. 6ª ed.  Trad. de J. Villanueva y E. Ímaz. México, D. F., Fondo de Cultura Económica.
Martínez Cantón, C. (2013). "La reescritura como transgresión en las canciones de Javier Krahe". Oceánide, nº 5.