Dos poemas de Meh
Por Diego Álvarez Miguel
Publicado en nº 3 (Primavera 2017)
 
 
CABALLOS NEGROS SOBRE EL HUESO DEL CREPÚSCULO

Un día te despiertas y descubres
que nada de lo que era tuyo existe
y que los caballos de la poesía están temblando
amarrados a las cuerdas del pasado
amarrados a la cuerda fatal del paraíso
los caballos famélicos y sin dientes
que han perdido la carrera
que se han dejado la vida en el hipódromo de la zarzuela al que fuimos algunos poetas con un tupper y un par de monedas
los caballos de la policía municipal
los caballos negros de tus sueños
que relinchan desdentados y apestan a cloroformo
los has visto en los establos de Dios
pacen en la puerta de las iglesias
robustos todavía se sostienen
con su fuerza inagotable y su presencia
los caballos de las crines duras
que golpean con sus cascos el parque
y muerden la manzana del pecado
con las encías
y se desangran en la cama de un poeta de la experiencia
los caballos que aplastan su cabeza
y echan espuma por la boca y te miran
con los ojos como bolas de billar
dos bolas del futuro
que saben lo que has hecho
y lo que harás en el infierno
los caballos con los ojos inflamados
que saben que la muerte obedece a sus ojos inflamados
y te miran furiosos y terribles
los caballos atravesados por la flecha de la vanguardia
cabalgando sobre el cartílago
cabalgando sobre el hueso del crepúsculo
diciendo versos y canciones terroríficas
demostrando
al fin
que el mundo solo entiende
aquello que está muerto.


 
PILATES

Te veo Vilas haciendo pilates
en un gimnasio Low Cost de Iowa
curando tus lesiones con la placenta de una yegua
bebiendo de una botella de Powerade azul
y escuchando a tu entrenador personal cuando dice:
Thats gonna give you cancer, Vilas
y tú te preguntas qué querrá decir eso
mientras descansas tirado en el tatami
que te quema la piel cuando te arrastras
como si fueras un atleta o un delfín.
A la sudadera de la Universidad de Zaragoza
le están saliendo bolas,
los leggins que te compraste en el Sprint
te quedan cada vez más pequeños
y el reloj sumergible te da alergia.
No hay piscina en tu gimnasio, no puedes
nadar hasta la muerte, no puedes
salvarte, Vilas, pero no te preocupes:
corre, huye atravesando la ciudad dormida,
como una piel, sus calles negras y desiertas,
sus taxis fríos aparcados, corre
y no mires atrás, desnúdate en la cama,
mira el techo, piensa en un poema
y espera:
                 esta noche

pasaré con mis amigos a buscarte.


De Meh (Valparaíso Ediciones, 2017)